domingo, 9 de octubre de 2016

Página en blanco

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Media hora delante de una hoja en blanco. Puede llegar a ser muy agobiante, lo único que ves en ese tiempo es un palito parpadeando en la pantalla, de fondo en tus auriculares la banda sonora clásica del señor de los anillos y un bolígrafo entre los dientes, porque aunque esta delante del ordenador, siempre gusta tener distracciones. A lo mejor ese es el problema, las distracciones, las historias fluyen en tu cabeza, de una en una, son perfecta, increíbles, incluso se podría decir, que algunas son excitantes, pero claro, siempre hay que empezar, siempre hay que poner una primera línea, una frase que enganche al lector, que le diga, “sigue leyendo, que esto va a estar genial”, una promesa, que como escritor tienes que cumplir con tu lector, pero claro, cual eliges, tienes infinidad en tu cabeza y otras cuantas en tu libreta cutre de la mariconera, bolso o bandolera, según como quieras llamarlo. Te planteas empezar con el título, ya con el titulo sabes que tienes que elegir alguna de ellas, pero claro, ahora tienes otro problema, un titulo que enganche, que aporte suspense, que explique tu historia, o no. Hay muchas historias que el titulo no aportan nada. Es todo muy confuso, muy frustrante, una montaña rusa de sensaciones, donde en un momento estas en lo más alto y serias capaz de escribir una novela y otra que bajas a una cruda realidad, en la que solo te apetece ir a la nevera y comerte un sándwich de pavo o jamón, lo que hay en la nevera, ya que con el estomago vacio difícil es concentrarse. Vas a la cocina y mientras te comes tu sándwich de queso, ves los anuncios de la tele, en especial los tráiler de las películas y solo eres capaz de pensar, “¿cómo lo hacen?, ¿cómo consiguen hacer eso?”, si tú no eres capaz de escribir ni una sola línea, y ellos llegan a hacer una película de su libro, te sientes tan pequeño, tan insignificante que en vez de comerte uno solo, te comes dos. Cuando vuelves al ordenador, estas destrozado, sin ganas de escribir. “Algún día”, piensas en tu cabeza y con resignación apagas el ordenador.

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