domingo, 9 de octubre de 2016

Arte e historia



Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Majestuoso, inmenso e imponente, frente a él, aunque ya no fuera tan terrorífico como cuando era de carne y hueso, imponía respeto. Aun medio dormido, con todos los músculos entumecidos, de haber dormido sobre la su mesa de trabajo, observo ese nuevo ejemplar de dinosaurio aun sin nombre. Era tan raro, pero lo que más le fascinaba era su singular refuerzo en la quinta y secta vertebra de la columna vertebral, que unida a las costillas en un semicírculo, asemejando un arco perfecto de noventa grados. El arco tenía una especie de estrías y un orificio, semejante al de una articulación. Era algo nuevo e insólito, todos los estudios que se habían realizado confirmaban que ese dinosaurio podía haber conseguido la capacidad de volar. Ya existían muchos dinosaurios con esa habilidad, pero debido a su tamaño y forma, este era el primero que podía tener alas debido a una evolución posterior, de una raza ya existente. Las teorías anteriores a este descubrimiento decían que los dinosaurios que sobrevivieron a la extinción, eran las aves actuales, como el velociraptor, pero en ese caso, las extremidades superiores se transformarían en las alas, no desarrollaba el mismo unas alas. Nada cuadraba, todo lo estudiado todos estos años
no habían servido para nada, no podían situar este extraño ejemplar en ninguna categoría, en ninguna fecha, ni si quiera podían situarlo en un habitad. Se recostó sobre la silla y observo las imágenes que tenia de la espalda de dinosaurio. “Y si fuera un dragón” pensó sin dejar de mirar las imágenes, se encontró en el sur de Rusia, tal vez los chinos encontraran algunos restos semejantes y de allí salieran los mitos y leyendas de los dragones. Emocionado, empezó a rebuscar las demás imágenes por la mesa, observando cada detalle, cada indicio que pudiera corroborar su teoría. Cogió su cuaderno de notas y empezó a dibujar bocetos del esqueleto, añadiéndole los huesos que faltaban, con alas y en algunos bocetos hasta se atrevió a ponerle músculos y piel. Agotado y sin apenes fuerzas dejo caer el cuaderno por culpa de una idea fugaz que se le planteo en la cabeza, “No, no es posible, están enterrados a gran profundidad, no habría ninguna maquina ni herramienta para encontrar semejante ser en su época” se dijo cabreado consigo mismo, el sueño le estaba ganando la partida. No sabía que podía ser, pero tendría que esperar a mañana, ya era muy tarde y una cama caliente le estaba esperando en su casa. Recordó una frase que le dijeron en la facultad, “los dragones son arte, los dinosaurios historia”

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